martes, 27 de septiembre de 2016

La Guía Kunz 1886 y sus anuncios de gastronomía y alimentación 1

Hace mucho tiempo, cuando la búsqueda virtual ni siquiera era imaginada en la ficción futurista, el público tenía diferentes maneras para acceder a los datos elementales sobre la ciudad de Buenos Aires. El más común era recurrir a las numerosas publicaciones que se editaban con el nombre de Guías y diferentes aditamentos de especificación como Guía para Viajeros o Guía de Comercio. Algunas de ellas comenzaron con esos perfiles turísticos y mercantiles para luego evolucionar  hacia los simples planos de calles, logrando así una prolongada vigencia cronológica (la Guía Peuser, por ejemplo), mientras que otras tuvieron sus tiempos de gloria en el transcurso del siglo XIX, como la otrora famosa Guía Kraft -bien conocida por cualquier investigador del pasado porteño que se precie de tal- o la menos célebre Guía Kunz. Esta última era verdaderamente notable, pues su casi millar de páginas comprendía una completa nomenclatura de todos los domicilios existentes en el entonces reducido casco urbano, arteria por arteria y número por número, incluyendo quién era el propietario de cada  inmueble y quiénes sus ocupantes.


Como si eso fuera poco, el singular prospecto antecesor de las guías telefónicas también pregonaba la ocupación de los ciudadanos, haciendo las veces de un auténtico censo poblacional. La completitud de su edición correspondiente al año 1886 se expresa además en  los múltiples caminos para acceder a la información (por calle, apellido, ocupación o rubro comercial), en su carácter multilingüe (español, italiano, francés, inglés, portugués y alemán) y en  su manifiesta minuciosidad. Como cierre de todo ello había un apéndice publicitario donde no faltaban los quehaceres vinculados al comer y el beber que tanto nos preocupan aquí, y en los que pondremos nuestra atención a lo largo de tres entradas. Hoy vamos a enfocarnos en el tema gastronómico propiamente dicho resaltando la marcada presencia de elementos destinados a despertar el interés de las nutridas colectividades europeas. Para comenzar tenemos un dueto bien representativo: el English Restaurant de la calle Lima y el Café Holandés de Rivadavia 400, que a su labor culinaria añadía la importación de artículos propios del neerland como ginebra, bitter, arenque, pescado de sal, cerveza y hasta flores de Haarlem.


Mientras tanto, el Hotel de la Cruz de Malta de David Bissone contaba con un café y restaurante en el que servían (de acuerdo a su anuncio) comida a la italiana, francesa e inglesa, acompañada por vinos italianos y extranjeros (1). En el aviso del Bier Convent de Carlos Aue, en cambio, sólo se difunde culinaria germana  junto con cerveza "del barril" y cervezas extranjeras. No hay pormenores sobre el tipo de viandas que servía el Restaurant y Posada del Correo de Antonio Baragiola, aunque las líneas escritas en la parte izquierda despejan cualquier duda respecto a su identidad nacional: “colazione e pranzo (desayuno y almuerzo) a tutte le ore; vini e liquori di tutte le qualitá a prezzi modici.”


En Victoria 694 esquina Zeballos (actualmente Hipólito Yrigoyen y Virrey Cevallos) (2) era sita la Panadería Alsaciana de Grinner y Metz, quienes por lo visto contaban con una producción ampliamente superadora de la impronta teutona sugerida por sus apellidos. En efecto, el aviso indica facturas de tortas de todas clases por mayor y menor,  pero la mayor curiosidad reside en la oferta de pan inglés, francés, alemán e italiano. Finalmente, en el Almacén Liberal de José Cibeira la población podía surtirse de las siguientes vituallas y bebestibles: gran surtidos de vinos –Oporto, Jerez, Málaga, Asti, Livorno, Champagne, Burdeos, Argentinos. Cervezas inglesas y alemanas. Especialidad en yerbas, café, té, salames, jamones, chocolates y conservas francesas y españolas, legumbres, etc., etc. Nada mal para lo que normalmente imaginamos asequible hace 130 años, si bien ya hemos visto en este blog que dicha época se caracterizó, entre otras cosas, por la enorme disponibilidad de artículos argentinos e importados.


En la próxima entrada veremos lo que corresponde a vinos, cervezas, aperitivos, destilados y licores. Mientras tanto nos despedimos con una bonita imagen coloreada típica de las viejas tarjetas postales en las vísperas del 1900, donde se observa cierta esquina irreconocible en la actualidad: Martín García y Paseo Colón, vista hacia el sudeste desde la barranca del Parque Lezama. El edificio en primer plano a la derecha es la legendaria estación de pasajeros Casa Amarilla, con su restaurante y su cartel de Peppermint, una especialidad de los Licores Cusenier.


                                                           CONTINUARÁ…

Notas:

(1) Como se puede observar, el original reza textualmente“estranjeros”. Hay infinidad de errores de ortografía y algunos modismos idiomáticos de época en las publicidades que presentaremos durante toda la serie. Por ese motivo voy a transcribirlos de manera correcta para evitar aclaraciones en cada caso.
(2) Vale puntualizar que las numeraciones no son las actuales. Hasta 1893 los números se asignaban acumulativamente y no había límites determinados para cada cuadra. De esa manera no existía ningún tipo de uniformidad, haciendo que dos calles paralelas en una misma manzana pudieran exhibir numeraciones muy alejadas entre sí.

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