domingo, 28 de agosto de 2016

Viendo los bares de Biondi

Un rating televisivo superior a los 50 puntos es casi impensable en nuestros días. Sin embargo, en la década de 1960 esa marca llegó a ser ampliamente  superada  por diferentes programas que todavía perduran en el recuerdo popular (1) (2). Uno de ellos fue el inolvidable Viendo a Biondi, protagonizado por el actor y humorista José “Pepe” Biondi (1909-1975), que se emitió por el canal 13  en diferentes franjas de horario central durante la mayor parte del decenio en cuestión. Básicamente, su entrega de media hora semanal -que convocaba indistintamente a chicos y grandes- consistía en breves sketches con arquetípicos personajes provistos de nombres muy evocadores, a veces incluyendo bajadas explicativas en rima. Bajo la máscara de Pepe Galleta (único guapo en camiseta), Pepe Curdeles (abogado, jurisconsulto y manyapapeles), Pepe Mamboleta (detective privado de la policía secreta)  Narciso Bello o El Gitano Pepe Luis, Biondi hacía uso de un histrionismo con mucho de circense para lograr cierto tipo de humor simple, sano y también, como alguna vez lo definió acertadamente un periodista, melancólico y justiciero.


Un repaso de aquellos logrados cuadros, cincuenta años después de su puesta en el aire (prácticamente todos están disponibles en la web), permite advertir un elemento común vinculado al interés que nos reúne en Consumos del Ayer: la más que frecuente ambientación en locales gastronómicos. La opinión del autor de este blog es que dicha insistencia no es nada casual, sino que está relacionada con los hábitos urbanos de la época, cuando la gente tenía por costumbre asistir diariamente a bares, restaurantes, cantinas y buffets de clubes para beber, comer, charlar con amigos o simplemente “matar el tiempo” (3). Ese modo de encuentro y contacto social le daba a los lugares involucrados un aire especial que hemos descripto en no pocas oportunidades. Y eso iba más allá los típicos componentes del mobiliario, actualmente tan buscados y festejados, como heladeras revestidas en madera, mostradores de estaño y cafeteras a vapor. De lo que hablamos es de un modo de vivir en comunidad, de relacionarse con los demás, que ya no se practica. En otras palabras: de un mundo desaparecido.


Pero Biondi, a través de su entrañable ficción, nos acerca asiduamente a los emprendimientos comerciales del comer y del beber que allá por los sesenta  no faltaban en casi ninguna esquina céntrica o barrial. Lejos de repetirse , sus escenografías cambiaban  de modo constante en función de entornos caracterizados por un notable cuidado en la recreación de los detalles. Dentro de la inabarcable cantidad de ocasiones en que Viendo a Biondi  exhibió el tópico que nos ocupa, seleccionamos algunas muestras representativas por variedad y calidad escenográfica. Quizás uno de los casos  más logrados es Cafetín de Buenos Aires, donde el minucioso marco visual incluye no solamente la consabida puerta vaivén vidriada, el mostrador y las estanterías colmadas de bebidas, sino además una sólida e imponente cafetera express del mismo y noble tipo que aún se utilizaba en ese entonces, no obstante pertenecer a la generación tecnológica de fines del siglo XIX y principios del XX.


A la hora de cambiar de eje temático, los decorados eran capaces también de modificarse para recrear cualquier tipo de situación, tiempo y lugar. Así, el Gitano Pepe Luis solía hacer de las suyas en típicas tabernas que retrotraían el pensamiento instantáneamente a las tascas y los colmados andaluces (o sus émulos en Argentina, que eran muchos), donde nunca faltaban los fogones, los calderos , las sartenes colgadas en la pared y las botellas sugerentes de algún buen jerez amontillado.


Aunque los cafetines y las fondas abundaban por su afinidad con los personajes cómicos paradigmáticos,  tampoco eran faltos los bares y restaurantes de mayor jerarquía. El sketch titulado Qué suerte para la desgracia (una de las frases emblemáticas de los personajes de Biondi), por ejemplo, transcurre en cierto comercio evidentemente aggiornado a la modernidad de los años sesenta, como lo demuestran los revestimientos en fórmica, las campanas de vidrio y otros toques reveladores. En La cena vemos a dos parejas en un restaurante de “alta gastronomía” según los parámetros de la época, tal cual lo demuestran algunas de las vituallas solicitadas, al estilo blanco de pavita con ensalada rusa y pollo a la Maryland. Al final de la escena y por medio de una observación atenta podemos apreciar que las dos botellas de vino servidas pertenecen a la marca Calvet Brut, muy en boga por esos años (4).


Podríamos seguir en el tema por una eternidad sin cansarnos de buscar y encontrar cosas de nuestro interés, pero lo visto es suficiente para ejemplificar el punto que nos ocupa. Desde aquella lejana e ingenua etapa fundacional de la TV argentina, Viendo a Biondi sigue robándonos sonrisas y mostrándonos cómo vivíamos entonces, siempre a través de su humana, inteligente y comprensiva comicidad.


Notas:

(1) Esos altos niveles de audiencia deben ser analizados considerando que un importante porcentaje de la población  no tenía acceso al medio, tanto por la falta del aparato correspondiente como por el hecho de vivir en zonas alejadas de los centros urbanos. Exceptuando el Canal 12 de Córdoba (segundo del país y primero del interior, lanzado al aire en abril de 1960), hasta 1966 la televisión argentina se limitó al ámbito geográfico de Capital Federal y Gran Buenos Aires, donde comenzaron a transmitir los canales 7 (1951), 9 (1960), 13 (1960), 11 (1961) y 2 de La Plata (1966). Recién a fines del decenio se produjo un verdadero auge televisivo mediante el emplazamiento de emisoras y repetidoras en distintos puntos del país, así como también por la puesta en funcionamiento de la primera estación para transmisiones vía satélite en cercanías de la ciudad bonaerense de Balcarce.


(2) Además, dichas mediciones  no son comparables con las de hoy por el acotado universo de alternativas abordables dentro de un mismo horario, coincidente con la reducida cantidad de canales disponibles hace medio siglo. Con todo, Viendo a Biondi fue líder de la pantalla chica durante el período 1962-1966, al punto tal que otros exitosos programas humorísticos y comedias como La Familia Falcón, Felipe y El Flequillo de Balá jamás lograron alcanzar sus históricos picos de 66,5 puntos.
(3) Lo dicho se hace extensivo a todo el cine y la televisión entre 1940 y 1980, cuando casi no había película, programa o telenovela que no mostrara a sus personajes ubicados en algún tipo de local gastronómico, de manera eventual o permanente.
(4) La Maison Calvet es una antigua casa vinícola de Burdeos del tipo négociant, lo que significa una especialidad enfocada en la compra, crianza, embotellamiento y comercialización de vinos, más que en la elaboración propiamente dicha. Su presencia en Argentina vía importaciones se remonta a fines del siglo XIX, como lo atestiguan viejas publicidades y souvenirs. Desde la década de 1930 existen en el mercado nacional vinos argentinos con ese rótulo, que han sido elaborados por diferentes bodegas según el paso de los años.


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