martes, 9 de junio de 2015

Banquetes presidenciales sobre rieles mesopotámicos

En lenguaje ferroviario, las llamadas trochas son medidas  equivalentes  al  ancho  entre  rieles  que presenta una determinada línea. Salvo excepciones puntuales (la famosa trochita patagónica es una de ellas),  las  vías  que  componen  la  red  ferroviaria argentina está comprendidas en alguna de estas tres escalas:  la trocha ancha  (1,676),  la trocha media o standard (1,435)  y  la trocha angosta  o  métrica (1,000). A partir de la nacionalización de 1948, los diversos tendidos fueron reagrupados en nuevos ferrocarriles públicos  de  carácter  nacional.   Así, mientras la trocha ancha se fraccionaba entre las líneas  Roca,  Mitre, Sarmiento  y  San Martín,   la trocha angosta quedó englobada íntegramente bajo la órbita del Belgrano y la trocha media en poder del Urquiza. Desde el punto de vista regional, este último abarcó  todo el kilometraje dispuesto en las provincias mesopotámicas, además de un modesto trayecto bonaerense. Por lo tanto, cualquier itinerario desde o hacia Misiones, Corrientes y Entre Ríos equivalía a viajar por el Ferrocarril Nacional General Urquiza.


No es la primera vez que aseveramos aquello de que el tren era monarca entre los modos terrestres de viajar. A tal punto llegaba esa supremacía que las máximas autoridades de la nación lo utilizaban en muchas de sus giras, visitas y viajes por el país. Cada ferrocarril contaba  con  formaciones  especialmente  acondicionadas  para  transportar  nutridas comitivas oficiales, incluyendo coches destinados a dormitorios  y salas de reunión. En función de obvias razones prácticas,  los viajes más largos contaban con cierto número de vehículos de apoyo para equipajes y suministros, por lo cual no era rara la presencia de coches comedores con su equipamiento completo  y  su  personal al servicio de los funcionarios devenidos en ocasionales pasajeros. Muchas de esas comidas protocolares a  bordo quedaron registradas en antiguos menús que actualmente adquieren la categoría de reliquias históricas (1).  Hoy nos vamos a enfocar en un puñado de ellos, hermanados por la particularidad de que todos se vinculan con recorridos por la Mesopotamia argentina a través del Ferrocarril Urquiza.



















Un primer ejemplar está fechado en octubre de 1944 y su presentación reza textualmente: Viaje del Excelentísimo Señor Presidente de la Nación General de Brigada Don Edelmiro J. Farrell  y  Comitiva de Buenos Aires a Posadas y regreso.   La secuencia de platos comienza con una Sopa Florentina y continúa con Pejerrey a la Romana, Granadina Financiera (sic), Pavito al Horno, Ensalada, Zambayon al Jerez y Fruta Surtida, todo rematado con la posibilidad final de elegir Café, Té o Mate Cocido.


















El segundo espécimen pertenece al año 1947 y  no presenta el menú culinario propiamente dicho, sino la “lista de vinos” asequibles en la ocasión, bajo el encabezamiento Viaje del Excelentísimo Señor Presidente de la Nación General de Brigada Don Juan Domingo Perón y Comitiva de Concordia a Paso de los Libres y regreso  –  Inauguración Puente Internacional. El repertorio presenta buena parte de los nombres vinícolas más importantes de la época, así como ciertas peculiaridades verdaderamente dignas de destacar. Nominalmente, la cosa comienza con los Vinos del País según el siguiente detalle: los blancos Trapiche Derby, Trapiche Sauvignon, Tipo Sauternes, Pinot Robinson, La Colina Añejo y Tívoli, seguidos por los tintos Barbera, Trapiche Derby, Trapiche Reserva, Tipo Medoc, Reserva Robinson, Rosado Robinson, La Colina Añejo  y  La Colina Rubí. Luego siguen los Vinos de Burdeos, únicamente blancos, representados por Graves, Sauternes Extra y Haut Sauternes.  Al final se ubica el dúo de Champagnes con los rótulos  Perrier  y  Crillon.  Desde el punto marcario hay un predominio  de  la  casa mendocina Trapiche (por aquellos años en manos de la familia Benegas), que incluye al espumante nacional Crillon. También  observamos algunos productos  La Colina de la bodega Giol, pero el dato curioso es la presencia de los vinos Robinson, producidos por  el establecimiento entrerriano homónimo ubicado en la ciudad de Concordia (2).


Para terminar, veamos lo que se sirvió durante una cena el 2 de Marzo de 1950, en ocasión del Viaje a Paraná de la Señora del excelentísimo Señor Presidente de la Nación Doña María Eva Duarte de Perón y Comitiva.  El  menú  arranca  por  la  Sopa Puré de Legumbres  y sigue  con  Pejerrey a la Romana,   Medallones de Ternera al Marsala, Chauchas a la Manteca, Pavita al Horno con Papas Doradas, Ensalada de Lechuga y Tomates, Panqueques Confitura, Frutas Surtidas y el ya visto trío de infusiones Café, Té y Mate Cocido. Este último testimonio documental cuenta con el valor agregado de estar autografiado por el personaje de referencia.



















Lo dicho: el ferrocarril era rey, y los presidentes, ministros y demás funcionarios se inclinaban ante sus comodidades y su velocidad, sin parangón por ese tiempo.

Notas:

(1) Los ejemplares presentados en esta entrada son conservados y expuestos por el Centro de Preservación Lynch del Ferroclub Argentino.
(2) La bodega Robinson fue una de las más importantes en la región vitivinícola del Río Uruguay, constituida durante mucho tiempo como tercera potencia argentina en términos volumétricos y comerciales detrás de Mendoza y San Juan. Su desarrollo se inició en la década de 1870 y llegó al apogeo entre 1910 y 1930, para luego decaer lentamente merced a la competencia feroz de los productos cuyanos y cierta persecución de las autoridades de control. La presencia de los productos Robinson en una carta de 1947 es doblemente valiosa, dado que representa los años finales de aquella industria regional, cuya vida no se extendió más allá del decenio siguiente. El casco del establecimiento susodicho todavía se encuentra en pie y es una reliquia edilicia. Tal vez algún día le dediquemos una entrada al tema de los vinos de Entre Ríos, toda vez que el autor de este blog ha visitado la región con propósitos de investigación histórica vitivinícola en un par de oportunidades.


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