miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cuando la Hesperidina se vendía en farmacias y droguerías

Que Hesperidina fue la primera marca registrada en la Argentina es quizás un dato bastante conocido, al igual que su creación por parte de  Melville Bagley,  ya  que  de  ello  dan  cuenta innumerables documentos  y  testimonios accesibles por este mismo medio. Pero tal vez no ocurre lo mismo con los propósitos medicinales  que perseguía  el  invento  en  cuestión  durante aquellos años, lo cual se hace extensivo a muchas otras bebidas del  mismo  tipo.  En efecto,  veremos que tanto licores como aperitivos y vermouths tenían entonces un cierto halo “curativo” relacionado a los efectos balsámicos, calmantes y terapéuticos que les eran atribuidos.  Con respecto a la Hesperidina,  los registros son abundantes y categóricos hacia fines del siglo XIX y principios del XX, incluyendo la temprana publicación de avisos listando los lugares en los que la novel etiqueta podía ser adquirida:  almacenes,  boticas,  cafés,  confiterías, droguerías y negocios por mayor.


La venta en farmacias de este viejo producto no sorprende en absoluto si nos atenemos a su origen. El propio Melville Bagley trabajó en un comercio del ramo,  y  fue  allí  precisamente  donde  logró  los resultados esperados a partir de la corteza de ciertas naranjas oriundas de una quinta ubicada en Bernal, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. No obstante, la empresa fundada por este notable emprendedor fue siempre muy cautelosa a la hora de redactar los mensajes propagandísticos relativos a la Hesperidina, ya que, en general, sólo se hablaba de sus virtudes aperitivas y digestivas, sin asignarle bondades extras de ninguna naturaleza (al menos, en todos los documentos que he logrado ver hasta hoy). La marca siguió siendo popular durante más de un siglo y todavía continúa vigente,  aunque su fama fue opacándose al compás de los nuevos rubros productivos encarados por la firma. Con el correr de los años, por ejemplo, los avisos de Hesperidina dejaron de tener a ese rótulo como protagonista exclusivo, que comenzó a ser “escoltado” por demás artículos de moda, como lo fueron en su momento la celebérrimas galletitas Lola.



















Otros fabricantes hacían lo mismo, e incluso eran  más osados. Una guía industrial del año 1895 rebosa de avisos y reseñas sobre fábricas de licores y vermouths en las que se ensalzan los atributos de tales bebestibles, a veces con ribetes cuasi medicinales (1). El reconocido  empresario  Ernesto Rigolino aseguraba  que  su  licor  Chicago  poseía “cualidades digestivas excepcionales”.  La  firma  Gianassi  y  Passerino,  por  su parte, ponderaba el Amargo Paraguay bajo la consigna de “especialidad americana febrífuga y digestiva”.  Según  Carizzoni,  Badano  y  Cía,  su Ajenjo Amargo era apropiado para "precaver los vértigos y el dolor de cabeza".   Es   verdad   que   algunas   sustancias empleadas para la elaboración licorista eran y siguen siendo sumamente comunes en la industria farmacéutica (la quina, el ajenjo, la cascarilla, etcétera),  pero también resulta evidente el uso propagandístico inmoderado que se hacía de sus efectos ligeramente beneficiosos  para  el  organismo,  difundiéndolos  muchas  veces  como  verdaderos bálsamos. A ello se sumaba el lenguaje grandilocuente visible en un alto porcentaje de los anuncios.  Un caso paradigmático de ello es el de Emilio Ferraria,  cuya “grandiosa fábrica” apareció en varios medios gráficos porteños por el año 1890, siempre en idioma italiano. El que sigue hace especial hincapié en el “suave y saludable ponche inglés”.


Así y todo,  ningún productor parece haber ido tan lejos como la casa Noilly Prat de Francia (2), que registró una audaz contraetiqueta con fecha 12 de Mayo de 1917, según consta en el Boletín Oficial de la República Argentina.  En ella se puede leer un breve texto expresado en cuatro idiomas (francés, inglés, español e italiano) que no solamente alude al carácter tónico y estimulante, sino que apunta directamente a la prevención de fiebres y enfermedades tropicales específicas.  A  continuación  lo  transcribimos,  para terminar, respetando su curiosa y poco ortodoxa redacción. “El Vermut: este licor,  que se compone de un vino blanco superior y perfumado con varias plantas aromáticas, es el más saludable de todas las bebidas” Y concluye: “sus calidades tónicas, estimulantes, febrífugas y astringentes son un recomendable preservativo contra las fiebres y la disentería, empleándose con mucha eficacia en los países cálidos”.


Notas:

(1) Analizado en la entrada del 3/1/2014, “El lucrativo negocio de fabricar bebidas a finales del siglo XIX 3”. 
(2) Noilly Prat es una antigua y prestigiosa marca con sede en Marsella,  que se caracteriza aún hoy por estacionar sus vinos bases en cascos de roble, tal cual se hacía en los viejos tiempos. Ya habíamos visto algo sobre ella en la entrada del 2/4/2012 correspondiente a los vermouths asentados en el libro de stock del Ferrocarril Sud durante 1898 y 1899.


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