El guapo, ese
vocablo que adquiere sentido especial en el Río de la Plata, encarnó siempre a
una figura de leyenda por su coraje y su sentido del honor, aunque resulta
históricamente indiscutible que el sujeto de marras fue utilizado con oscuros
fines políticos en no pocas oportunidades. Son sumamente cuantiosas las obras
de la literatura y el cine que hacen alusión al vínculo entre los guapos y la
llamada “vida de comité” durante el período que va de 1880 a 1930. En tal
sentido, una de las piezas culturales de referencia es la película Un guapo del 900 (1), dirigida por el
renombrado Leopoldo Torre Nilsson y protagonizada por el no menos prestigioso
actor Alfredo Alcón. Como para completar tan consagrado cuadro, el film está
basado en la obra teatral homónima de Samuel Eichelbaum (1894-1967),
considerado uno de los dramaturgos más
importantes de su tiempo
A lo largo de la cinta se puede apreciar cierta cantidad de escenas bien logradas en
el sentido visual y evocador del ambiente de época. Entre ellas, elegimos una
que aparece a poco de comenzar el rodaje, que involucra a dos de los personajes
centrales: Ecuménico López, el guapo,
y Doña Natividad, la madre del guapo,
mujer rústica de mirada torva y carácter irascible. La secuencia se inicia con
un lento paneo sobre el típico boliche de comienzos del siglo XX, con el
mostrador, el grifo estilo cisne y todos los elementos propios de ese tipo de
reductos. Vale destacar la más que correcta recreación ambiental en tiempo y
espacio, especialmente por el detalle de las botellas de gres (claras) que se
observan en las estanterías. De hecho, pocos largometrajes nacionales han sido
tan cuidadosos en semejante punto (2).
Luego ingresa la mencionada señora Natividad con dos
personajes (también guapos) amigos de su hijo. En el diálogo podemos saber que
aquella los convence de esperar a Ecuménico
hasta que éste se haga presente en el local, ya que deben resolver algunos
asuntos pendientes relativos a la política del barrio. Al instante efectúan el
pedido de rigor: uno de los hombres pide un suissé,
mientras el otro solicita una caña con
limonada. Pero el primero lo convence de modificar su petición por otro suissé, que según él es “más fresco”. Su
compañero cambia entonces de parecer y reclama un “suissé sin goma”. ¿A qué se refiere? Bien, se trata de otra joyita
que delata la buena información de los guionistas respecto a los tiempos que
intentan recrear. En efecto, hacia 1900, suissé
era uno de los sinónimos del ajenjo (3) y la “goma” resultaba alegórica del
llamado jarabe de goma, especie de
almíbar elaborado con goma arábiga, servido junto con la amarga bebida en
reemplazo del clásico terrón de azúcar (4). Finalmente, interrogada la cerril
mujer respecto a lo que desea tomar, ella sentencia: “para mí un vino, yo no cambeo nunca, ni que llamen a degüello” (5). Las bebidas son
servidas, Doña Natividad apura su vaso y rápidamente pide otro.
Segundos después aparece Ecuménico y entabla la conversación
esperada con los dos individuos, en la que no faltan los improperios, las
amenazas y las escaramuzas propias de aquellos enfrentamientos malevos.
Mientras todo ello sucede, Doña Natividad (que a esta altura demuestra tener
algunos problemas con el alcohol), sigue solicitando y consumiendo con fruición
sus vasos de vino, uno tras otro.
Su hijo, ya libre de la reyerta, advierte la conducta de
bebedora consuetudinaria que afecta a su progenitora y le recrimina: “no tome más vieja, le hace mal, ya se lo
dije”. Haciendo oídos sordos a tales
súplicas, la doña reitera su pedido. El hombre, decidido a terminar con el
asunto, ordena a la joven detrás del mostrador: “no le sirva nada”. Pero Doña Natividad no está dispuesta a recibir
imperativos de ninguna naturaleza, y ante el estupor de los parroquianos
presentes le estampa un tremebundo sopapo al Ecuménico, que queda aturdido y
humillado mientras escucha de su fiera mama,
entre otras frases de ruda autoridad maternal: “a mí me vas a respetar”.
Suissé, vino tinto, caña con limonada, sopapos, peleas de
guapos y madres de guapos, todo en un bodegón arquetípico del cambio de siglo
XIX al XX. Más que interesante película, que hemos analizado como testimonio de
una época.
Notas:
(1) Breve ficha técnica: “Un guapo del 900”. Dirección:
Leopoldo Torre Nilsson. Guión: Leopoldo Torre Nilsson y Samuel Eichelbaum.
Intérpretes: Alfredo Alcón, Lydia Lamaison, Arturo García Buhr, Duilio Marzio,
Beto Gianola. Estrenada el 17 de Agosto de 1960.
(2) Los envases de gres fueron muy populares en la segunda
mitad del siglo XIX para bebidas como la cerveza y la ginebra. Los que aparecen
en la película parecen ser de cerveza, del tipo comúnmente llamado “chancho”.
En la entrada del 7/12/2011 nos referimos a estas botellas otrora tan comunes, incluso más que las de vidrio.
(3) Pronunciada erróneamente como palabra aguda, suissé era, con grafía francesa, Suiza,
país de origen del ajenjo.
(4) Goma arábiga es una resina vegetal que se extrae de la
acacia en forma sólida o líquida. Aún se utiliza en la industria alimenticia
por su condición natural.
(5) Texto fiel al guion teatral de Eichelbaum, pronunciado
en la cruda jerga criolla.
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