domingo, 9 de diciembre de 2012

Europa en Buenos Aires: la Avenida de Mayo 3

La apertura de la Avenida de Mayo en 1894 vino a transformar definitivamente el perfil  chato y anticuado de la ciudad de Buenos Aires. La nueva arteria era un símbolo del progreso,  la modernidad y el lujo -tan propios de la época- pensada como paseo de recreación para la creciente aristocracia porteña. Sin embargo, a los pocos años se transformó en un gran polo hotelero que supo atraer  no pocas personalidades internacionales. Quizás hoy resulte difícil de creer, pero en las primeras décadas del siglo XX la capital argentina era considerada un interesante destino turístico y cultural, por el que pasaron figuras de la política, la ciencia y las artes como Georges Clemenceau, Jean Jaures, Anatole France y Vicente Blasco Ibáñez, entre otros. Paralelamente, la profusión de locales gastronómicos (señalados en las dos primeras entradas de esta serie) y la existencia contemporánea y geográficamente cercana de grandes tiendas al estilo de Gath y Chaves o A la Ciudad de Londres, no hicieron más que acrecentar la fama de una calle tan europea como cualquier similar de París o Madrid (1)


El período de esplendor de la Avenida de Mayo tuvo lugar entre 1910 y 1930, lapso que coincide con la plenitud ocupacional de los hoteles instalados. La historiadora Elisa Radovanovic, especialista en el tema, ha efectuado un completo estudio sobre los opulentos establecimientos del ramo afincados en la ronda que nos ocupa, del que extractamos y reseñamos los siguientes:

 
-Gran Hotel España: situado a la altura del 916 al 956, fue obra del arquitecto español José Arnavat dentro de un concepto claramente emparentado con los hoteles parisinos. Los testimonios de antiguos empleados aseguran que sus clientes eran personas realmente importantes, con una fuerte mayoría de españoles. Es  recordada la calidad de sus muebles, cortinados, alfombras y vajilla.
- Hotel Metropole: en este caso se trataba de un proyecto local creado por el arquitecto argentino Augusto Plou, inaugurado en 1899 en la esquina con Salta. Un detalle del avanzado concepto de su diseño era la composición de los cuartos, que podían ser transformados a pedido en departamentos independientes entre sí. Tales eran las comodidades que ofrecía que se hablaba de él como un lugar para residir permanentemente, ya que sus prestaciones superaban a las de las mejores residencias particulares.
- Hotel Majestic: enclavado en la esquina de Santiago del Estero, contaba con ocho plantas y llegó a ser uno de los más prestigiosos de la avenida. Albergó, por ejemplo, a la comitiva chilena arribada para los festejos del Centenario, al escritor Antoine de Saint-Exupery y a otros personajes de su tiempo. En 1931 quebró y pasó a manos del estado. Durante muchos años funcionaron allí dependencias de la DGI, luego AFIP.
- Hotel Castelar: el único que perdura en nuestros días con buena parte de su brillo original. Fue inaugurado durante la etapa tardía del fenómeno hotelero, en 1928, cuando algunos de los primeros establecimientos enfrentaban un lento pero sostenido ocaso. La obra pertenece a Mario Palanti (arquitecto) y José Pizone (ingeniero), quienes acuñaron la idea de este extraordinario edificio de doce pisos y tres subsuelos. Contaba con 200 habitaciones completas, comedor a la carte, grill room y bar americano, salón de fiestas y banquetes. Con el tiempo, su primitiva función de gran hotel internacional fue dando paso a un perfil de ocupación con predominio de pasajeros del interior del país. No obstante, como dijimos, sigue vivo y gozando de buena salud.


Otros hoteles importantes fueron  el París (esquina Salta), el Chester (altura 586), el Cazievel´s News (915), el Albión (1168), el Chile (1295), el Italia-América (916) y el Imperial (952), por mencionar sólo algunos de ellos. Entre todos, lograron darle a la calle que nos ocupa una fama perdurable, a pesar de la profunda declinación posterior a la los años cuarenta, cuando los grandes  exponentes del ramo desparecieron o pasaron a ser, en muchos casos, “hoteluchos” (2). Atrás quedaron los tiempos de viajeros famosos, de familias aristocráticas (que se instalaban durante meses  haciendo uso de una pensión completa de primer orden) y, sobre todo, de aquella reputación  legendaria.  Los tiempos pasaron, pero todavía sigue siendo una linda experiencia caminar la Avenida de Mayo y detenerse en sus riquezas edilicias, sus librerías, sus cafés y sus vidrieras. No será la de 1910, pero vaya si sigue siendo bonita a pesar de los años…


Notas:

(1) No hay que dejar de lado la inauguración del Puerto Madero entre 1889 y 1898 como un factor de incentivo para el arribo de turistas y hombres de negocios de todo el mundo. Ese hecho produjo un notorio incremento en la llegada de buques pertenecientes alas grandes compañías navieras europeas, que comenzaron a incluir a Buenos Aires dentro del privilegiado grupo de sus destinos  internacionales.
(2) Debe quedar claro que algunos de aquellos hoteles continúan funcionando como tales (el Chile, por ejemplo), pero de ninguna manera con el brillo de sus tiempos dorados. Sólo el Castelar ha logrado pervivir como un establecimiento de categoría.

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