lunes, 4 de junio de 2012

Pioneros del comercio platense

Siempre me gustó mucho la ciudad de La Plata, tal vez por el hecho de ser el único núcleo urbano de la República Argentina concebido y planificado desde la nada. Para la época de su fundación (1882), la nueva capital de la Provincia de Buenos Aires (1) estaba llamada a ser algo así como la “reina de Sudamérica” gracias a los modernos conceptos arquitectónicos, urbanísticos y paisajísticos diseñados para tal fin. No obstante, la realidad de los planos suele ser muy diferente a la realidad de los hechos. La Plata pudo alcanzar la mayor parte de sus objetivos en términos de trazado de calles y paseos, construcción de plazas y emplazamiento de servicios públicos pioneros (como la luz eléctrica, en 1885), pero algo muy distinto sucedió con su vida humana. Por diversos factores políticos y económicos que no nos detendremos a analizar, la naciente urbe debió esperar varias décadas para “despegar” como un auténtico polo  comercial, industrial y educativo. Así parecen confirmarlo algunas fotos de los primeros años, en las que se percibe una especie de “ciudad fantasma” o “ciudad esqueleto” colmada de edificios vacíos, a la espera de una población que parecía no llegar nunca para su radicación definitiva (2).


Con todo y así las cosas, para 1885 había allí unos 10.000 habitantes permanentes, casi nada en comparación con otras ciudades de entonces. Pero aun  resulta interesante analizar el desarrollo de los primeros comercios abocados a los ramos que nos convocan en este blog: la gastronomía, los alimentos, las bebidas y el tabaco. De un modo lento pero sostenido, los pioneros platenses del comercio y la industria llegaron allí para tentar fortuna en aquella prometedora metrópoli de ensueño futurista. De ello da cuenta el Contador Rubén Mario de Luca en su libro “Familias Platenses”, en el que vuelca algunos datos fundacionales de sumo interés para quienes gustamos del pasado de los argentinos. Entre 1883 y 1889, es decir, en la época que algunos señalan como de “furor inmobiliario” (y especulativo) de la novel urbe, no son pocos los locales que se abren para satisfacer las necesidades de los habitantes de entonces, compuestos en su mayoría por empleados públicos y personal de obras.  Fue en esos tiempos que aparecieron  los primeros exponentes de las actividades de marras, a saber:

- En el rubro gastronómico, el restaurante High Life de Pedro Maestre, la confitería Libertad, de Andrés Novais, el restaurante Buenos Aires, de Rafael Castilla,  los bares y despachos de bebidas de Cachoni, Biagini, Avancini, Acquistapace, Arcolano y Soler, la fonda “Se come barato”  y las análogas de Carlos Delfino y Pedro Lagrange. En las siguientes  imágenes de la época fundacional se detectan otros, como  el  café  y billar “Del Aguila”, en la esquina de 5 y 49 (obsérvese el bosque recortado al fondo, sobre la calle 1) y el café y fonda de “La Unión Española” en la calle 6, frente a la Plaza San Martín.



- En el rubro de bebidas y alimentos al por mayor y menor, las crónicas nos hablan de un importante número de las consabidas carnicerías, verdulerías, panaderías (3), fruterías y almacenes, pero vale detenerse en los comercios de Monetti y de Colombo Hnos. (distribuidores de la cerveza Bieckert), en las licorerías de Casella y Soncini y en la fábrica de galletitas “La Julia”, con elaboración y venta directa al público, amén de los comerciantes del rubro alimenticio que comenzaban a establecerse en el embrionario ejido urbano.
- En el rubro del tabaco, los pioneros fueron las cigarrerías “La Plata” y “Cosmopolita”, así como las de Chacón, Calegari, Betancourt, Villamayor y Gozzo.
 
Paralelamente a los mencionados, la actividad hotelera merece un párrafo aparte por su enorme colaboración en la incipiente etapa pre urbanística, cuando las propiedades para comprar o alquilar escaseaban. Vale entonces mencionar al Hotel Bruny, de Armand Valanche (4) y a sus contemporáneos París, La Amistad, La Sonámbula (5) y De la Confianza. Terminamos entonces con  un aviso del “Hotel Vignolles” que no sólo muestra la doble actividad de hotelería y gastronomía desarrollada por su propietario, sino también la impronta francesa en los primeros tiempos platenses, ya que el reclame fue publicado en los diarios locales en el más puro idioma galo: “service a la carte, celerité, propeté, cinque centavos le plat. Cuisine bourgoise soignée. Chambres meubles per families, an porte les plates a domicilie. La Plata, rue 5 et 44, Juan Vignolles.”

Notas:

(1) En la entrada del 16/11/2011 repasamos el menú del banquete celebrado el 19 de noviembre de 1882, día de la fundación de la ciudad.
(2) Tal era la aversión de la gente a vivir en una ciudad nueva y despoblada, que hubo que obligar a todos los funcionarios y empleados públicos a radicarse forzosamente so pena de ser despedidos, mediante la llamada “ley de residencia”, que entró en vigor en abril de 1884.
(3) Se considera que el primer comercio platense  fue la panadería del francés Andrés Duprat, instalada a comienzos de 1883. Realmente había que tener mucha presencia de ánimo y confianza en el futuro para aventurarse a algo semejante de manera tan prematura, puesto que no hubo un núcleo urbano mínimamente constituido hasta mediados de 1884. Así lucía el “centro” de La Plata el 19 de Noviembre de 1883, a un año de su fundación. La construcción alta que se observa al fondo del extremo derecho es la iglesia de San Ponciano, en la diagonal 80.


(4) Este empresario (o alguien de idéntico nombre que trabajaba en el mismo rubro, lo que es poco probable) era también concesionario de las confiterías de las estaciones La Plata y Central de Buenos Aires. En la década de 1890 aparece, en un diario platense,  el siguiente aviso promocionando un vino “Marsala Argentino”, cuyo distribuidor en la capital provincial  no es otro que el citado.


(5) No se puede negar el sentido del humor de la gente en esos tiempos, incluso para nominar a sus negocios.

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